jueves, 18 de octubre de 2007

Clases de educación ambiental

Algunas verdades incomodas sobre Al Gore
El ex vicepresidente de EEUU, Al Gore ha sido uno de los ganadores del Premio Nobel de la Paz 2007, "por sus esfuerzos por construir y divulgar un mayor conocimiento sobre el cambio climático".
El ex vicepresidente de EEUU, Al Gore ha sido uno de los ganadores del Premio Nobel de la Paz 2007, "por sus esfuerzos por construir y divulgar un mayor conocimiento sobre el cambio climático". Al Comité Nobel le habrá pasado dos males para cometer tal decisión. El no encontrar en su lista de candidatos a ningún verdadero defensor de la paz, y desconocer el currículo del ex vicepresindente. Pues, Al Gore no es ni hombre de Paz ni un aspirante a salvar la tierra con su visión ecologista.
En cuanto pacifista, solo hay que recordar que la administració n Clinton-Gore bombardeó Yugoslavia, Albania, Sudán, Afganistán, Irak, Haití, Zaire, y Liberia, utilizó toda clase de municiones destructivas incluidos proyectiles que contenían uranio empobrecido, causando la muerte de decenas de miles de civiles y de paso provoco irreparables daños ambientales cuyos efectos perduraran cientos de años en sus tierras, aires, y aguas.
El honorable Comité debería saber , por otro lado, que el actual héroe del ecologismo cuando entre 1993 y 2000 era vicepresidente del país más contaminador del mundo, a la vez que se había hecho cargo de todos los asuntos ambientales, domésticos e internacionales de su país, se negó a firmar el Protocolo de Kyoto, acuerdo internacional para reducir las emisiones de gases que causan el calentamiento del planeta.
En su documental, oculta la verdad cuando afirma que 'Somos todos responsables' . No dice que en realidad el 20 por ciento de la humanidad, principalmente las multinacionales, comete el 80 por ciento de las agresiones contra el medio ambiente, o que el consumo de energía de un ciudadano medio del Primero Mundo es 70 veces más que uno en los países en desarrollo. ¡En la propia casa de Al Gore se consume 20 veces más energía que en la de una familia media norteamericana! .
Otro de las perlas de la batalla del ex vicepresidente es su defensa de los agrocombustibles, o cultivos energéticos como medida para reducir la contaminación de la atmósfera. Que el maíz y la soya sustituyan a los cultivos de patatas y arroz alimentos básicos de cientos de millones de pobres del planeta, y pro consiguiente poniendo fin a la seguridad alimentaria.
La actual campaña por producción de los monocultivos de materia prima para biocombustible ya está causando desertificació n de grandes superficies, destruyendo bosques, pastizales y tierra de cultivos tradicionales en Latinoamérica (Argentina, en Brasil y Bolivia), Asia y África para alimentar a los "eco" coches. Una deforestación que aumentará las emisiones de gases de invernadero por el drenaje de suelos y la agricultura intensiva, y justamente acelerará el calentamiento global.
Detrás de todo se esconden los intereses de las multinacionales del agronegocio de biocombustibles.
Premio al «alarmismo» climático de Al Gore y olvido a su pasado bélico
Quien fuera vicepresidente de EEUU durante la era Clinton, Al Gore, y el comité del clima de Naciones Unidas fueron reconocidos ayer con el Premio Nobel de la Paz 2007 de manera conjunta por su impulso a la advertencia sobre los riesgos del cambio climático. La Academia noruega premia así lo que estaba cantado, la lucha contra el calentamiento planetario. Sin embargo, no son pocas las dudas que se ciernen sobre Al Gore, un Nobel «incómodo».
Un Nobel de la Paz condensado en 90 minutos, los mismos que dura la oscarizada ``Una verdad incómoda''. Escribía el rotativo alemán ``Suddeutsche Zeitung'' que el galardón que ayer se entregó bien pudiera haber recaído de nuevo en la laureada con el de Literatura, la simpática británica Doris Lessing, porque si el elegido era -como nadie dudaba- Al Gore, sería por su contribución a divulgar su particular visión del cambio climático, pero no seguramente por sus muy discutidas intervenciones bélicas como ex presidente de EEUU en lugares como la antigua Yugoslavia, Haití o Somalia.
«Por sus esfuerzos de recogida y difusión de informaciones sobre los cambios climáticos provocados por el hombre y por haber puesto las bases para tomar medidas necesarias a la lucha contra estos cambios», fueron los argumentos esgrimidos ayer en Oslo por el presidente del comité Nobel noruego, Ole Danbolt Mjoes. Al Gore y el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), dependiente de la o­nU y que agrupa a unos 2.500 científicos de todo el mundo, son los nuevos homenajeados por la Paz.
La lucha contra las potenciales consecuencias del cambio climático ha sido la gran reconocida por la Academia noruega, que se suma así a la corriente internacional que abandera desde hace apenas un par de años el propio Al Gore, a quien muchos consideran ya el `apóstol' de esta contienda, lo mismo que Bill Gates hace lo propio en la batalla contra el sida.
Primero fueron sus 328 páginas de ``Una verdad incómoda'' a 26,90 euros cada libro; luego, su oscarizado documental con el mismo título e imágenes y afirmaciones a las que, precisamente un día antes de saberse ganador, un juez británico sacaba los colores hasta en nueve ocasiones por considerarlas alarmistas y subjetivas.
Una decisión cómoda, la de los académicos del Nobel, pero incómoda por la propia biografía del premiado. En 1988 intentó obtener por primera vez la candidatura presidencial demócrata, pero no tuvo éxito. Su gran oportunidad llegó de la mano del carismático Bill Clinton -otra personalidad venida a filántropo en la lucha contra el hambre y otras desgracias humanas-, con quien alcanzó la vicepresidencia entre 1993 y 2000. El `príncipe Al', como le llaman sus colegas del elitista colegio washingtoniano donde cursó estudios, lo intentó después frente a George W.Bush, pero las carencias democráticas del sistema electoral estadounidense le impidieron alcanzar la Casa Blanca.
Sus críticos aseguran que Gore fue el toque ambientalista que Clinton -con un récord negativo en esta materia en su estado de Arkansas- necesitaba para ganar las elecciones en 1993. Gore se había ganado fama como senador por Tennessee de preocuparse por la ecología. Ya en 1991, publicó ``Earth in the Balance: Ecology and Human Spirit'», en el que planteaba grandes cambios ecológicos necesarios para afrontar el siglo XXI. También en 1992 adquirió protagonismo en su comparecencia en la Cumbre de la Tierra de 1992. Pero llegado al Gobierno de EEUU, ¿qué hizo para combatir el ya entonces en ciernes debate sobre el cambio global? «Nada», contesta tajante Ruiz Marrero, periodista y educador ambiental puertorriqueñ o, habitual columnista de publicaciones alternativas.
Y es que, como recuerda este articulista, la Administració n Clinton arrastra el lastre de haberse negado a firmar el Protocolo de Kyoto para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero que causarían el recalentamiento del planeta. «En su película, Gore no menciona nada de eso y encima tiene el atrevimiento de exhortarle a los políticos de su país que apoyen el Protocolo», le reprocha. Es cierto que Gore acudió a Kyoto para firmar el acuerdo, pero EEUU nunca lo ratificó.
Yugoslavia, Somalia, Haití...
Un tachón que pesa mucho en la biografía ecologista y ambientalista de Al Gore, pero que no es ni mucho menos su peor verdad incómoda. Seguramente, muchos analistas recordarán hoy que también Jimmy Carter (en 2002) o Henry Kissinger (en 1973), fueron galardonados con el Nobel de la Paz. Y es que Al Gore, como ellos, tiene tras de sí una cuestionable política militar a bordo de la Administració n Clinton.
Su bélica campaña exterior arrancó con el bombardeo de Irak, que duró hasta 2001, y prosiguió con intervenciones armadas en Somalia en 1993 y la invasión de Haití ese mismo año, sin obviar actuaciones de guerra en Sudán, Liberia, y su decisiva implicación en la cruenta contienda de la antigua Yugoslavia.
Tras su fallido asalto a la Casa Blanca , Gore recondujo su papel en la esfera mundial hacia el medio ambiente y en apenas sólo dos años, su «verdad incómoda» le ha catapultado en todo el planeta hasta convertirle en el abanderado mediático de la lucha contra el cambio climático. Quien fuera director general de la Unesco , Federico Mayor Zaragoza, reconoce en él que ha logrado lo que ningún informe ni declaración internacional, ni cumbre de la tierra había podido hacer con anterioridad, «que todos vieran: gobernantes, parlamentarios, medios de comunicación, ciudadanos, estudiantes. .. Ojos que ven, corazón que siente».
Y todo gracias a un libro, pero sobre todo a un documental que en sólo cuatro meses recaudó 23 millones de dólares en EEUU. Una exposición en exceso alarmista y no del todo sujeta a la realidad y los datos -pone como ejemplo los daños del huracán Katrina en Nueva Orleans, cuando la culpable fue la ausencia de planes de emergencia del Gobierno Bush-, pero sumamente efectiva para llegar al público de todo el mundo y presionar de paso a sus gobernantes.
En este 2007, Al Gore ha liderado, además, la iniciativa de organizar siete macroconciertos, bajo la denominación de Live Earth y el eslogan ``Un clima en peligro'9», que se celebró el 7 de julio en Londres, Nueva York, Johannesburgo, Río de Janeiro, Shanghai, Sidney y Tokio, con la participación de un centenar de artistas internacionales. También presentó ``The Assault o­n Reason'' (Asalto a la razón), un nuevo libro en el que describe la falta de voluntad política para resolver la crisis climática.
El director ejecutivo de Greenpeace-Españ a, Juan López de Uralde, mostró ayer su «satisfacción» por la concesión de este Nobel de la y confió en que sirva para reforzar la lucha contra el cambio climático y para reducir las emisiones de gases contaminantes. «Entendemos que es un premio a la lucha contra el cambio climático», dijo. También grupos como Ecologistas en Acción aplaudieron el fallo de la Academia noruega.
Pero no todo son parabienes para Al Gore y su bandera ambientalista. Hay quienes le cuestionan, precisamente, su alarmismo o quienes le achacan que su discurso sólo se basa en culpar del todo al CO2, cuando no es ni mucho menos el único culpable. De igual modo, su apoyo a la política en favor de los biocombustibles, impulsada por George W. Bush, a partir de cereales le está granjeando muchas críticas en lugares como Sudamérica. En Argentina, este año, una docena de organizaciones rurales del país le catalogaron de «nuevo colonizador y publicista del negocio global» y acusaron a su película de «desnudar verdades a medias para no incomodar a sus financistas: las petroleras, las semilleras y las automotrices» .

http://kaosenlared. net/noticia. php?id_noticia= 42914

3 comentarios:

jorge dijo...

es bueno, pro esta falto de imagenes y videos alusivas al tema mucha letra menos ilustracion..

pro sta bueno tu blog

erika zuleta dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
erika zuleta dijo...

buen blog conpañero excelente informacion